¿Agotamiento o simplemente hormonal?

¿Agotamiento o cambios hormonales? Descifrando la carga mental en tu piel.

¿Alguna vez has llorado en el coche sin motivo, te has enfadado con alguien a quien quieres o has sentido que tu cerebro estaba abierto a mil cosas a la vez sin saber cuál te suena?

A mí también me pasa.

Para muchas mujeres, el estrés no siempre se manifiesta de forma evidente. A veces se ve como un cansancio persistente, una piel que no se cura y una mente que no para. ¿Y dónde está la línea entre "estoy agobiada" y "tengo las hormonas revolucionadas"? Es difusa. A menudo, son ambas cosas.

Nos dicen que controlemos el estrés, que comamos bien, que hagamos ejercicio, que durmamos lo suficiente y que, aun así, nos mantengamos radiantes, emocionalmente disponibles y tranquilas. Pero la verdad es que la carga mental que llevamos las mujeres es real. Y se refleja en nuestra piel, en nuestro sistema digestivo y en todo nuestro sistema nervioso, lo reconozcamos o no.

¿Cuál es, entonces, la carga mental?

 

Es la lista invisible de cosas por hacer en tu cabeza. Es recordar las fotos del colegio, los cumpleaños, el detergente para la ropa, la agenda de la reunión, la nota de "¿mamá, me firmas esto?", y aun así intentar llegar al trabajo con buen aspecto.

Spoiler: las mujeres siguen cargando con la mayor parte.

Y cuando combinamos esta presión emocional con los cambios hormonales (perimenopausia, síndrome premenstrual, cansancio posparto), se convierte en una situación que afecta a todo el cuerpo. Una situación que a menudo se simplifica a "solo cansancio" o "solo cambios hormonales".

¿Qué tiene esto que ver con la piel?

Mucho, en realidad.

Cuando la respuesta al estrés se activa constantemente, el cuerpo libera cortisol, la principal hormona del estrés. En pequeñas dosis, ayuda a sobrevivir. En dosis largas, altera el sueño, ralentiza la cicatrización de la piel, degrada el colágeno, provoca inflamación y aumenta la producción de sebo.

Si has notado:

– Piel descamada o reactiva de repente

– Brotes hormonales que no desaparecen

– Fatiga profunda que ningún sérum puede remediar

– Un aspecto apagado e hinchado por mucho que tomes zumos verdes

…podría ser el estrés el que te está afectando.

En palabras de la Dra. Libby Weaver (autora de «El síndrome de la mujer ajetreada»):

«La bioquímica femenina no está diseñada para estar en un estado de constante prisa. Cuando lo estamos, se agota todo, desde las glándulas suprarrenales hasta la capacidad de la piel para retener la hidratación».

Al contrario de la idea de “simplemente relájate más”, son los pequeños cambios estratégicos los que benefician tu sistema nervioso y tu piel.

Esto es lo que recomendamos en Maggie's Beauty:

1. Terapia de luz LED

La luz roja favorece la regeneración de la piel, reduce la inflamación y estimula la producción de colágeno. Además, es una herramienta excelente para el sistema nervioso; muchos de nuestros clientes la llaman su “reinicio de 20 minutos”.


2. Masaje + Terapia táctil

El masaje es un remedio para un sistema nervioso hiperactivo. Los masajes corporales o faciales regulares favorecen el flujo linfático, reducen la tensión muscular y activan la respuesta parasimpática (también conocida como modo de relajación).


3. Adaptógenos + Cuidado Funcional de la Piel

Los productos que actúan en armonía con la piel, no solo sobre ella, son esenciales. Vagheggi y Zemits incorporan ingredientes neurocosméticos y adaptativos que ayudan a reducir la inflamación y fortalecer la función de barrera en momentos de estrés.

 


4. Límites (Sí, límites de verdad)

Reserva tu cita para el tratamiento facial. Di que no. Tómate la siesta.

Empieza con algo sencillo.

El estrés se manifiesta de forma diferente en cada persona. Pero tu piel suele ser la primera en avisarte de que algo no va bien. ¿La buena noticia? No necesitas cambiar tu vida de la noche a la mañana. A veces, lo más efectivo que puedes hacer es parar, tumbarte, respirar y dejar que alguien más te cuide.

Ven. Reserva tu sesión de LED. Veamos qué te está diciendo tu piel. Aunque el estrés sea invisible, sus efectos no lo son, y no tienes por qué cargar con él sola.

Maggie x